Un reciente estudio realizado por científicos austríacos ha descubierto que una infección por COVID-19 puede debilitar el sistema inmunitario a largo plazo, causando una notable reducción de las células inmunitarias en la sangre. La investigación, llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Medicina de Viena (UniMed) y publicada en la revista especializada ‘Allergy’, revela un deterioro persistente en la función de la médula ósea, el principal lugar de producción de estas células.
El estudio destaca que el sistema inmunitario de los pacientes que se han recuperado de COVID-19 podría no responder de manera óptima. Esta observación es crucial, ya que los efectos adversos se detectaron incluso en personas que solo experimentaron síntomas leves de la enfermedad. Estos hallazgos serán la base para futuras investigaciones sobre la COVID persistente, también conocida como ‘long covid’.
El catedrático Winfried Pickl, líder del equipo investigador, explicó que los resultados ofrecen una posible explicación de las consecuencias a largo plazo de la COVID-19, las cuales podrían estar relacionadas con el daño al sistema inmunitario celular provocado por el virus. Específicamente, se ha observado una disminución en la maduración y/o emigración de células inmunitarias desde la médula ósea.
El estudio, que comenzó en 2020, analizó los parámetros inmunitarios en 133 personas recuperadas de COVID-19 y en 98 que no habían contraído el virus. Se evaluaron el número y la composición de diversas células inmunitarias y los factores de crecimiento en la sangre, cruciales para la regulación del crecimiento celular, tanto diez semanas como diez meses después de la infección. Al inicio de la investigación, ninguno de los participantes estaba vacunado, ya que las vacunas aún no estaban disponibles.
Diez semanas después de la infección, los pacientes recuperados mostraron signos evidentes de activación inmunitaria en las células T y B, en contraste con los individuos sanos. Sin embargo, lo que sorprendió a los científicos fueron las muestras obtenidas diez meses después, que mostraron una reducción significativa en las células inmunitarias.
Estos hallazgos subrayan la importancia de seguir investigando los efectos a largo plazo del COVID-19 y la necesidad de desarrollar estrategias efectivas para mitigar estos impactos en el sistema inmunitario.
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